Publicidad, ¿dónde te escondes?

La palabra publicidad genera cierto rechazo.

Pero día a día nos alimentamos de ella. No es necesario estar frente el televisor ni leyendo un periódico para ello. Hasta haciendo lo que más te gusta o las cosas del día a día estás absorbiendo publicidad masivamente.

Vamos a ver 5 sitios donde, a veces sin saberlo, nos están llevando a su terreno:

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1. I love rebajas: Te vas de shopping en época de rebajas y siempre vas a buscar el chollo. Infinitos carteles informativos se apoderan de las tiendas. «-20%, -50%, -75%».

Y siempre, en la entrada de cada una de ellas (para que sea lo primero que veas y no tengas más remedio que pasar por ahí al entrar y salir) nos encontramos con la nueva colección de moda, esa que no está rebajada, que no piensas comprar ese día porque vas con el dinero justo para comprar lo que viste una vez y ahora está a la mitad de precio.

Pero cuidado, has visto la nueva colección y piensas: «Bonita falta. Esperaré a las siguientes rebajas para comprármela«.

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2. Tomando unas cervezas: Cuando vas a un bar y pides una cerveza siempre tienes muchas opciones

cervezas1entre donde escoger: San Miguel, Estrella Damm, Voll Damm, Alambra, Heineken… Y siempre vas a escoger la misma.

¿Por qué? Porque te has acostumbrado a ella, porque un día la viste, la probaste y te gustó. Porque vas a serle fiel y no pedirás otra a no ser que no tengan la que te gusta. En este caso, darás un suspiro y te resignarás.

¡Pero no olvidemos una cosa! En el bar vas a consumir tanta publicidad que, el día que exista una oferta en otra cerveza, seguro que le eres infiel a la tuya. (siempre consumo responsable de alcohol)

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3. En las nubes: En el aeropuerto, en el avión, en las calles de otra ciudad… Todo está lleno de publicidad.

Pongamos el ejemplo del avión. Siempre tienes revistas donde sumergirte durante el vuelo. E incluso revistas para apagar el hambre: la carta de productos que sirven en el avión. Sólo hay una marca por producto, con lo cual, vas a consumir esa marca si o si (a no ser que le pidas al piloto que haga un aterrizaje forzoso porque quieres ir en busca de otra marca). No lo hará así que, se salen con la suya.

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4. Esperando el bus: Siempre vas a consumir publicidad allí. Sentado/a en la marquesina del autobús

vas a ver el cartel publicitario expuesto en ella. A derecha, izquierda, detrás… Y hasta la publicidad de la tienda de delante.

Y como te vas a esperar mínimo 5 minutos, vas a ver pasar autobuses con publicidad por delante, otros que se detienen pero que no es el tuyo… Publicidad consumida.

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5. En el coche de papá…: Semáforo en rojo, de esos eternos que no cambian de color hasta pasados 2 minutos que parecen 10. Empiezas a mirar alrededor, la tienda de la derecha, el cartel encima de un edificio de delante, la furgoneta rotulada del otro lado que espera como tú la luz verde, el culo del autobús de delante rotulado con un anuncio…

La publicidad está en todos lados.

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6. De fiesta: Es muy común hablar previamente con las amigas sobre el modelito de la noche, los zapatos, el peinado… Y, cuando llega el momento del encuentro, siempre se termina preguntando: «¡Qué vestido más bonito! ¿Dónde te lo has comprado?«.fiesta_2

Nosotros mismos somos prescriptores de las marcas, hacemos publicidad de ello, de la tienda, del producto… Y no pensamos en ello como manera de publicidad. Pero a la marca le haces un favor con el boca-oreja.

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Moraleja: La publicidad es preciosa hasta en los momentos más inesperados.

*Laura Estadella

¿Quién es quién?

Hay tanta oferta televisiva que, a veces, entran ganas de apagar la TV. Y, es que, así como la vida, el mundo audiovisual ha dado un vuelco tan grande que aquello que apreció como un medio de información se ha convertido en un medio de salto a la fama con tanto programa basura.

Pero hoy simplemente vengo a dar 10 puntos fundamentales para hacer lo que todo periodista debería saber hacer (bien). En una entrevista, ¿dónde queda la pregunta-respuesta entre entrevistador y entrevistado?

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(Imagen programa Viajando con Chester de Cuatro)

Hace poco se estrenó un programa en un canal estatal que me ha dado que pensar hasta el punto que creo que rompe todos los modelos de entrevista y que, a la vez, atrae hasta niveles morbosos.

1. ¿Quién entrevista a quién?

Sucede a menudo que, cuando ya llevamos un rato de entrevista, el ambiente entre el entrevistador y el entrevistado es tan distendido (hasta amigable) que la persona entrevistada hace preguntas al entrevistador como si fueran amigos de toda la vida.

2. De entrevista a conversación

De hecho, en este programa más que entrevistar conversan entre dos personas. Hasta llega un punto donde no existe pregunta alguna y simplemente intercambian opiniones respeto un tema de interés público e algunos un tanto problemáticos.

3. Preguntar lo que otros no se atreven pero todo el mundo quiere saber

Cuando pasas de entrevista a conversación es normal sacar temas comprometidos. Y ese es el momento ideal para hacer aquellas preguntas que sabes que van a incomodar al entrevistado pero que si no las haces pasas a ser un entrevistador del montón. Y si la hacer eres el rey del mundo.

4. No morderse la lengua

Antes era impensable que el entrevistador cortara la intervención del entrevistado para mostrarse en desacuerdo con su opinión. Ahora gusta. Que el entrevistador haga sentir incómodo a su invitado es algo que la gente aprecia y quiere ver como se va a desenvolver. Y más si el entrevistado es un personaje non-grato entre la audiencia.

5. ¿Por qué hacerlo en un plató si tenemos mil y un sitios interesantes?

Dejemos el formalismo de la mesa y dos sillas, una frente la otra. Rompamos la barrera emisor-receptor. Hagamos que entrevistador y entrevistado estemos en el mismo nivel y en el mismo lugar. Lo más importante es que la persona a la que vayas a «acribillar» a preguntas y opiniones se sienta como en casa. Pues que mejor que hacer la entrevista en su casa, en su trabajo, en el lugar donde pasa la mayoría del día… y sentados en un sofá caracterizado y relacionado con su mundo.

6. Corta el rollo. Preguntas breves

Esto es como leer una revista o el periódico. Lo primero que leemos por defecto son los titulares por 3 motivos: tienes la información básica, está en letra grande y no ocupa más de 2 líneas. Pues en una entrevista televisiva, ¿por qué deberíamos complicarnos tanto la vida haciendo preguntas que, seguramente deberás volver a formular porque el entrevistador no se ha enterado? (como, por ejemplo, esta última que acabo de formular). Olvídate de las subordinadas.

7. Aplica la matemática: 1/3 para el entrevistador y 2/3 para el entrevistado

¡Atención. Importantísimo! Que des tu opinión está genial pero no en todas las preguntas que vayas a formular e interrumpiendo siempre al entrevistado. Tú no eres el protagonista de la entrevista así que respeta el tiempo de habla.

8. Coser no es complicado, seguir un hilo de conversación coherente tampoco

No cambies de tema sin más. Debe haber un por qué, una lógica y coherencia en tu siguiente pregunta. Puedes descolocar al entrevistado pero no a cada pregunta.

9. El buen comunicador debe saber improvisar.

Por muy bien aprendido que lleves tu guión, debes saber aprovechar las oportunidades que te dan las respuestas de tu entrevistado para sacar otras que no tenías previstas pero que pueden servirte para sacarle información comprometida y de interés general.

10.  Se todo un personaje

Si el entrevistador es un periodista/comunicador sin más, puede ser políticamente correcto en su trabajo. Pero si es todo un personaje con una etiqueta colgada en sus espaldas, la entrevista gana puntos. Guste o no guste, triunfa.

Se creativo que la vida ya es suficientemente simple.

Laura Estadella 

Tómate un respiro

Todos en la vida hemos tenido un profesor monótono que hacía de las clases un auténtica travesía por el desierto. Así como un profesor que, cuando explicaba algo e intentabas tomar nota ya te explicaba otra cosa completamente distinta y te dejaba con las frases a medias.

Y tú pensabas: «Por favor, ¡más despacio! Respira un poco y déjame tiempo para digerir lo que estás diciendo». O, «¡Me duermo!».

pausaPues bien, debes tener en cuenta que, cuando sea tu turno de exponerte frente un público o incluso ponerte delante de tus alumnos, recuerda lo que detestabas de tus profesores para no caer en ese error. No olvides dejar la monotonía a un lado y hacer las pausas justas y necesarias.

Y es que hoy vamos a ver 5 motivos por los cuales las pausas son un tesoro escondido y tu mejor aliado:

1. Respirar

Lógico. Ya de por si vas a respirar pero las pausas te servirán para tomar aire y seguir tu discurso. En la preparación de tu exposición y si tienes texto que leer, marca con una barra(|) las pausas cortas y con doble barra (||) las pausas largas. Eso te servirá para saber cuando tomar aire.

2. Bebe agua

Hablar seca la garganta. Hidrátala para evitar la sequedad y la posible afonía. Además, beber agua te ayudará a hablar con más comodidad y a proyectar la voz para que los de la última fila te oigan perfectamente. Además, evitarás la tos.

3. Separar los bloques de tu exposición

Las pausas largas te sirven para que el público diferencie cambios de tema en tu exposición. Si no paras, pueden pensar que estás hablando de lo mismo y que no tiene lógica la unión de conceptos distintos. Además, las «no-pausas» pueden generar lo que se llama infoxicación (mucha información en poco tiempo que provoca que el público sólo capte un 10% de lo que has dicho).

4. Crear expectación sobre lo que vayas a contar

Es desconcertante que mientras explicas algo, pares en seco. El público que queda pensando «¿Se habrá quedado en blanco»; pero realmente harás que el público quede a la espera y abra todos sus sentidos para saber qué tiene que decirles. Ese es el momento idóneo para explicar algo importante ya que es el momento de máxima expectación.

5. Llamar la atención del público

Siempre hay alguien que se puede quedar dormido y más si son las 8 de la mañana o las 2 de la tarde. Por eso, las pausas acompañadas por algún golpecito en la mesa o con el pie, harán que el más soñador despierte de sus sueños y vuelva al mundo real. Otro truco que funciona es hacer una pausa y seguir con una palabra elevando el tono de voz.

Así pues, aplíquenlo en su día a día, si eres profesor o si sueles hacer exposiciones en público. Ellos te lo agradecerán y tu garganta también.

*Laura Estadella