He dicho que no, Sr. Vendedor.

Es para estar indignado.

Entiendo que un comercial tenga puesto entre ceja y ceja que lo primero no es el cliente sino vender ese put* producto del cual se alimenta. Pero, al menos hay vendedores que te hacen ver que lo primero eres tú y la venta puede esperar.

Hoy he vivido una situación un tanto violenta donde me he sentido presionada hasta que casi me he visto con el producto dentro de mi bolsillo y el dinero fuera de él.

Sólo quiero que los vendedores tomen nota. Estos son las 5 cosas que más me han molestado hoy:

1. Empezar por el final

retroDespués de darme revistas informativas bajo la frase «son para ti, gratis», después de «regalarles» mis datos personales (mal por mi parte) y después de aguantar un sermón de 30 minutos… me dices que tengo que hacer una primera compra «en ese momento». Ante mi negativa, me arrebatas las revistas y te largas sin un «gracias por su tiempo».

Pues «adiós muy buenas».

2. Robarme mi tiempo sin permiso

Te presentas a mi trabajo por que estás «de paso» y me robas esos valiosos 30 minutos sin preguntar si tengo tiempo o si me interesaría lo que me vas a explicar. En vez de eso, me metes un embudo en las orejas y echas sin descanso alguno información que me desborda.

Mi cerebro no absorbe información tan rápido. Y menos si hablas sin cesar.  

3. Poner el producto a 1 centímetro de mi cara

BURBUJAMe invades mi burbuja personal, mi espacio vital, me pones encima revistas, productos… Me dejas sin espacio, me siento rodeada de cosas que no me interesan. Y si digo eso, que no me interesan, me acercas más el producto para presionarme e intentar venderme.

La distancia del producto no me hace cambiar de idea.

4. Bromas que no hacen gracia

Jiji, jaja, juju. Frases como por ejemplo «Yo me quiero comprar este libro. Si te lo comprar me lo puedes dejar. ¡No, es broma!» o «Estos libros son eróticos y picantes. Mmmmm…(ojitos)» no me hacen gracia. Primero porque no te conozco de nada y segundo porque si quieres vender no vayas de sobrado/a.

A algunos les harás gracia. Otros cambiarán la manera de verte. 

5. No aceptar el «no»

NOAnte una objeción como «Es caro», «No estoy seguro», «no me interesa» o «tengo que pensármelo/consultarlo» deberías tener respuestas para refutarlas. Pero si te he dicho 5 veces lo mismo, corta el rollo y da por cerrada la »

no venta».

Tienes mis datos, si. Pero ante cualquier e-mail o mensaje de móvil, le doy al botón «dar de baja». Al fin y al cabo, no he firmado nada. 

Toma nota: Como si no nos hubiéramos visto. 

L*

No seas un cuadro

El vendedor es la cara visible de la empresa, la primera impresión que va a transmitir al cliente. Y es importantísimo tener en cuenta 2 aspectos fundamentales:

1. El aspecto personal

Imagen-personalLa indumentaria y la higiene son responsables de que nuestro aspecto personal como vendedor sea bueno o malo. Hay empresas que disponen de uniforme empresarial, lo cual facilita el trabajo al vendedor y no tiene que pensar que debe y que no debe ponerse. Pero, ¿y si cada uno es libre de ponerse o que quiera?

Hay 5 errores garrafales a evitar a toda costa:

Pelo engominado: No quieras parecerte a John Travolta en «Grease«. La gomina le da al pelo un aspecto de sucio, brillante, pegajoso…

Vestimenta extravagante: Habla lo que quieras que el cliente se va a fijar más en tu aspecto multicolor o en tu imposible indumentaria. Vestir extravagante despista al cliente y tus palabras de vendedor van a ser en vano.

Ideología visible: Evita a toda costa camisetas con símbolos políticos, sociales, culturales… Así como joyas o cualquier complemento que lleve símbolo visible.

Joyas a doquier: Ruido, ruido y más ruido. El uso de muchas joyas hará que tintineen entre ellas y las palabras de vendedor queden en segundo plano. Por no decir que, al igual que vestir extravagante, van a despistar la atención del cliente en ese collar de pinchos, en las pulseras doradas imposibles y en tus anillos amenazantes.

Usar gafas de sol: No te escondas tras los cristales oscuros de tus gafas. La mirada es lo que más transmite.

2. El aspecto anímico.

animico¿Cuantas veces nos despertamos cabreados porque el vecino de al lado está de obras desde las 7 de la mañana, o porque el de arriba se ha montado una fiesta que no te ha dejado dormir en toda la noche? Pues bien, el cliente no es el culpable así que, cuando entres por la puerta de tu trabajo, tira afuera tu mal rollo, tu mala cara y tus malas palabras y pinta una sonrisa en tu boca.

Tal vez este sea el aspecto más complicado de controlar, pero recuerda que el cliente no tiene la culpa y tu empresa tampoco.

*Laura Estadella

Mi ídolo, el cliente.

Sabemos que el cliente es lo más importante para cualquier empresa y que siempre tiene la razón (aunque no estés de acuerdo). Debemos mimarlo y hacer que se sienta cómodo con nosotros. La comunicación empresa – cliente debe ser lo más estrecha posible y aunque sólo se trate con ellos en casos puntuales debemos mantener esa relación y no perderla ya que podemos provocar un enfriamiento.

client

Una empresa sin cliente no es una empresa. Una empresa sin cliente no tiene beneficio y por lo tanto, vuélvanse por donde hayan venido. Su opinión es lo que cuenta y lo que hace que la empresa vaya por el buen camino.

 

 

Hay mitos que rondan por las cabezas de las empresas (o mejor dicho, de los directivos):

– El cliente siempre se queja de mi forma de actuar. ¡Qué pesado!

Cambia esa actitud y mejórala. Si el cliente te lo dice será por algo. Puede que no sea el único.

– A un cliente no le ha gustado mi comida y dice que la comida del restaurante de enfrente está más buena y se irá allí. ¡Pues que se vaya! Ya verá que se equivoca. Y volverá

No te tires flores. No volverá. Y cuidado porque el boca-oreja te perjudica. Se dice que un cliente con una experiencia mala se lo comenta a una media de nueve personas cercanas.

– Un cliente se ha quejado y ha puesto una reclamación a mi departamento

No te desesperes. Léela e intenta solucionarlo lo antes y mejor posible. Toda crítica debe ser auto-constructiva para no tropezar dos veces con la misma piedra.

– No me importa lo que opine el cliente de mi persona porque no trabajo de cara a él

Cambia esa mentalidad. Al fin y al cabo, el cliente hace que la empresa donde trabajas funcione (o no). Y ello conlleva a que sigas trabajando o te quedes sin trabajo.

– Tres clientes en lo que llevamos de mañana dicen que el café que sirvo es malo. ¡Y ellos que sabrán! Eso es que no conocen el buen café.  

Alarma! ¿Tres? Podrían ser más. Cambia el café o la máquina.

– Ya he conseguido el cliente que quería y, como ya lo tengo, me relajo

No bajes la guardia. Mantén el cliente  que tanto te ha costado conseguir porque no te costará nada perderle. La fidelización del cliente es fundamental.

*Laura Estadella